Tres semanas hubo que esperar para que se celebrase el cotejo, la lluvia había hasta el momento impedido que se cerrase la clasificación del grupo. Cuatro equipos disputaban su suerte a cara o cruz, todos podían pasar, todos podían quedar. Solo recuerdos quedaban de fáciles triunfos con equipos de menos jerarquía ya sin chance alguna. En frente un rival que podía interferir en las intenciones carniceras.
Media hora antes de las nueve de la mañana todo el plantel negroamarello calentaba con expectativa de lo inmediato. Escasos minutos antes del comienzo se daba cita el rival, El beso del Enzo. Kilo disponía en cancha un equipo con intención de manejar las acciones de juego, de atrás adelante, de derecha a izquierda, formaba: Max; Alex, Gordo, Pepito, Manuel; Fideo, CR, Rodro, Fabi; Tano; Germán.
El partido reflejaba en sus comienzos la importancia que tenía para ambos, aunque el rival tenía mayor posesión, el juego era pobre, trabado, deslucido, a pesar de los intentos de juego asociado Kilo no retenía el balón. Cuando el partido parecía cerrado, cuando lejos de los arcos se disputaba el juego, una sucesión de toques dejo al creativo del medio campo con la posesión del balón, tras una finta palermeana acarició la pelota al segundo palo y recorrió media cancha a recibir el cariño del banquillo. La mínima diferencia tranquilizaba las aspiraciones Carniseras. Quizás fue esto lo que permitió mejorar en los minutos siguientes, mejores pases y encuentros futbolísticos entregaron un par más de ocasiones al equipo vestido de elegante blanco. Pero dice el refrán que los goles que no se hacen en un arco… y así fue, cuando mejor se disponía el partido, un contra por banda izquierda y un pase atrás emparejaron al guardametas carnisero con el rival, y un disparo cruzado emparejó el marcador. Se agotaba el primer tiempo y el partido estaba empatado a uno.
Intactas estaban las ilusiones y Kilo emprendía sus posibles últimos 35 minutos del año si no revertía la situación. El rival conforme con el marcador que lo depositaba en la segunda fase encaminaba el segundo tiempo replegado. El juego volvía ser deslucido, trabado, y cuando algún jugador negroamarello conseguía marcar la diferencia era castigado con rigor físico por el rival. Sin sobresaltos para el guardameta carnisero transcurría la segunda mitad, pero cuando esta mediaba, un balón parado alertaba a la defensa. Hay quienes dicen que 100, otros que 1000veces pueden volver a intentar la misma jugada que no les va a salir, la pelota picada por encima de la barrera era golpeada por una tijera de media vuelta por un jugador sin marcas y dejaba sin chances al portero encontrando la red por la zona más esquinada del arco. En ese momento Kilo estaba fuera, se acaba el año, se encaminaba la pretemporada del año siguiente junto a Panteras y Gepeladeños. Duro golpe recibía el equipo. El beso encaminaba un difícil cotejo sin siquiera buscarlo. Herido el orgullo el Carnisa encaminó ataque tras otro y minutos después toque tras toque vencido el arquero, Fabi se disponía a realizarle un pase a la red cuando como último recurso un defensor rival detenía el balón con la mano. Penal señores, y el primero de tantos rivales debía abandonar el campo por su picardía. Por los pies del 10 pasaba la responsabilidad, parece que nula fue la presión sentida, con corta carrera acomodaba el balón sobre el poste derecho inalcanzable para el portero que se vertía hacia el otro sector. Empatados nuevamente. La mística y el orgullo impedían la especulación y el equipo negroamarello ahora aventajado numéricamente prefería definir por mano propia la situación. Completamente replegado el anaranjado equipo cortaba jugada tras jugada y golpeaba con rigor. Otro jugador más debía abandonar el campo tras derribar al 10 carnisero en un slalom hacia la portería. El tiempo se agotaba y Kilo no sabía plasmar en el juego la ventaja numérica, los pases eran erráticos y las ideas de juego no estaban claras. En una pelota trabada fue el capitán quien intentó emular mirando hacia la heladera gigante a quien supo presidir su delantera, y realizó la pose del matador sobre el pecho de un rival. Más parejas quedaban las cosas, solo un hombre más poseía Kilo. Pero momentos después las continuas e insistentes protestas obligaban al referí a expulsar a otro rival. El tiempo se agotaba y el equipo negroamarello no generaba peligro. El árbitro marcó la hora, el rival suspiró aliviado y el partido concluyó en empate. La suerte del Carnisa se decidía en manos ajenas.
Concluyó la primera fase y no sin inconvenientes Kilo sigue vigente
Los resultados de la última fecha
Kilo 800 2 - 2 El beso del enzo
Badi 3 - 2 Pasto